Entre los 3.008.365 kilos recogidos, la Prieto Picudo lidera la producción con 2.140.492, que en su mayor parte se destinarán a la vinificación de rosados, aunque de nuevo se auguran magníficos tintos de larga crianza.

La autóctona blanca Albarín, ya con más extensión vitícola, aumenta en 88.000 kilos su volumen y con los 527.764 recogidos en 93 hectáreas de cepaje posibilitará poner en el mercado en torno a medio millón de botellas.

Los blancos de la añada volverán a ser especialmente aromáticos, frescos y frutales; los rosados mantendrán su extraordinaria fragancia y los tintos apuntan también a muy varietales, de alta expresión y muy fuerte carácter.


VariedadTipoKilos recogidos
Prieto PicudoVariedad principal tinta 12.140.492
MencíaVariedad principal tinta 28.778
Negro SauríVariedad principal tinta 32.780
TempranilloVariedad autorizada tinta 1148.160
AlbarínVariedad principal blanca 1527.764
VerdejoVariedad principal blanca 2173.411
GodelloVariedad principal blanca 36.980
Total3.008.365

Las bodegas adscritas al Consejo Regulador de la Denominación de Origen León concluyeron una vendimia 2025, marcada por la normalidad, con la recogida de más de tres millones de kilos de uva (3.008.365 frente a los 2.829.211 de la anterior), lo que supone un incremento de la producción del 6,3% sobre la de 2024. La ausencia casi total de lluvias que interrumpieran el trabajo en la viña posibilitó una recolección ordenada, escalonada, rápida y en perfectas condiciones de maduración de la uva y parámetros generales. La vendimia se inició el 7 de septiembre y concluyó el 13 de octubre.

La previsión inicial del departamento técnico de la DO León, de tres millones de kilos, se cumplió finalmente casi con total exactitud. Una primavera lluviosa permitió al subsuelo acumular humedad y desarrollar con total normalidad la floración y el cuajado del racimo, incluso hasta el envero. Pero la ausencia de precipitaciones desde julio hasta la fecha de inicio de la vendimia y el excesivo calor de agosto, con altísimas temperaturas y sin apenas contrates térmico entre el día y la noche, hicieron temer una merma de la producción que finalmente no llegó a producirse en todos los territorios.

Sin embargo, fue precisamente ese calor del estío y la sequedad del final del ciclo vegetativo lo que evitó la aparición de plagas. Y eso, unido a la ausencia de granizadas y al hecho de que los numerosos incendios que devastaron la provincia no llegasen a dañar el viñedo en el sur-sureste de la provincia, propició racimos muy bien formados, homegéneos, limpios y de uva de menor tamaño, pero extraordinaria sanitariamente y de altísima calidad, lo que augura grandes vinos para la añada 2025.

Ese crecimiento en volumen del 6,3% de este año rompe la merma del 6,8% de producción de la vendimia de 2024 y vuelve a situar a la DO León por encima de los tres millones de kilos, aunque en un escenario económico que, a día de hoy y si bien las circunstancias y las causas son otras distintas, todavía sigue siendo adverso para el consumo con carácter general y para el vino muy en particular.

En ese contexto, la variedad reina Prieto Picudo acapara con 2.140.492 kilos (2.109.541 en 2024) la mayor parte de la producción entre las tintas, cae la Mencía (8.773 frente a 10.662), también principal para la elaboración de rosados y tintos, y aumenta la complementaria Tempranillo (148.160 frente a 115.669). Crece en su segunda añada la Negro Saurí (2.780 frente a 2.120). La modificación hace dos años del Pliego de Condiciones del Consejo Regulador para incorporarla como variedad principal permitió la elaboración y comercialización durante el pasado mes de agosto de un primer vino, rosado, por parte de la sociedad de viticultores Melgarajo (Melgar de Abajo-Valladolid). Esta vinífera, aunque con otras sinonimias en El Bierzo, Galicia y norte de Portugal, siempre tuvo presencia en el territorio de la DO León y fue incluida por el Itacyl en el programa de recuperación de variedades autóctonas históricas de las denominaciones de origen de Castilla y León. Pero su producción todavía sigue siendo simbólica y sus posibilidad enológicas, aún inexploradas. Y entre estas tintas vuelve a quedar sin registro de vendimia la Garnacha, con la condición de autorizada, aunque ya en desuso.

La mejor noticia la protagoniza de nuevo la blanca Albarín, con 527.764 kilos frente a los 439.908 de 2024, lo que supone nuevo récord y permitirá poner en el mercado alrededor de medio millón de botellas para responder a su creciente demanda. Contiene su descenso la Verdejo, con 173.411 kilos (145.450 en 2024 y bastante más en añadas anteriores), y se mantiene en cifras residuales la Godello (6.980 frente a 5.860 de la cosecha anterior). No obstante, siguen siendo principales como blancas.

Sobre ese volumen total de más de tres millones de kilos, la aportación de los viticultores independientes (741.900, un -0,4% respecto a 2024) se mantuvo prácticamente estable, si bien es cierto que esa tendencia a la baja la compensa la creciente extensión de cultivo propiedad de las bodegas.

La mecanización de la vendimia (el 93% del censo vitícola corresponde a viñedos en espaldera) posibilitó realizarla en las mejores condiciones de maduración, grado alcohólico y acidez. La uva presentó una excelente relación piel-pulpa y muy buenos parámetros generales. Los enólogos destacan de manera unánime las excelentes cualidades para la elaboración de vinos con las variedades de referencia, Albarín y Prieto Picudo, y sobre todo resaltan el enorme potencial aromático de la blanca, al igual que en 2024 muy por encima incluso de su alto nivel habitual. Los vinos blancos serán muy terpénicos, florales, frutales y frescos en boca por las características de las propias variedades, especialmente los albarines, equilibrados y con excelentes aptitudes también para elaboraciones complejas.

La Prieto Picudo, esencialmente destinada a la elaboración de rosados (suponen casi el 70% de la producción total), permitirá elaborar vinos de gran pureza varietal, aromáticos y también con muy buenos equilibrios entre alcohol, como respuesta a la exigencia en ese sentido, y la acidez característica que siempre le aporta frescura. Los enólogos se enfrentarán, un año más, al reto de gestionar esas excepcionales condiciones de la fruta para elaborar unos tintos que, con magníficas aptitudes también para la crianza, incluso larga, probablemente recordarán a los de las mejores añadas. Serán vinos muy raciales, con toda la fuerza y rusticidad de una variedad difícil como la Prieto Picudo, pero con la agradable finura, sedosidad y elegancia que vienen caracterizando a los de las últimas añadas.